La práctica de garabatear en los márgenes de los libros por el aburrimiento es tan antigua como la misma lectura, y ni siquiera algunos de los manuscritos más antiguos que se conservan están libres de la mano ociosa de algún escriba.
Erik Kwakkei hace años que estudia los dibujos y rayajos en manuscritos y libros antiguos. Según Kwakkei, se puede obtener más información sobre el origen del escriba y su educación a partir de los garabatos que estudiando el estilo en el que escribió el libro, a menudo circunscrito a las normas del lugar y la orden religiosa para la que hacía las obras. Sin embargo, cuando el aburrimiento deja la mente libre, estos escribas dibujaban caritas y otras figuras en el estilo que les resultaba más natural, haciendo posible trazar el origen del autor.
Aunque muchos de los descubrimientos de Kwakkei no son más que pruebas para ver cómo escribe la pluma o para saber si tiene suficiente tinta, otros garabatos más elaborados muestran que cuando el aburrimiento acecha no hay nada que se pueda hacer. Algunos de los garabatos están hechos sobre libros que habían sido escritos varios siglos antes.
